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Es la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la UAS, en la capital dominicana. Mi tía estudiaba aquí y solía traerme al cineclub en el campus cuando era pequeña. Ahora estoy delante de un busto en la Facultad de Medicina que no sabía se encontraba acá y por el que probablemente hayan pasado cientos de estudiantes sin prestarle mucha atención. Estudio el rostro, ya familiar, de la mujer que me devuelve la mirada con serenidad.
la doctora Andrea Evangelina Rodríguez Peroso. Me toca el corazón leer aquí en el busto, precisamente, que es la primera médica dominicana graduada de la UAS en 1911 y que fue a París en 1925. Además, en esos tiempos, una mujer que viene de orígenes humildes, que su madre la abandonó, que nació fuera de matrimonio,
me parece sumamente fascinante. Esta es Evangelina, tal y como quedó inmortalizada en la única foto que se conserva de ella, con un elegante collar de perlas y el pelo rizado peinado con un estilo page, antes de ser perseguida por el gobierno de Trujillo, antes de sus repetidas crisis mentales y sus empobrecidos últimos días. Me parece increíble que hace más de 100 años
Evangelina podría haber pisado exactamente donde yo estoy pisando ahora. Habría asistido a clases en esta misma escuela, la única mujer en un mar de hombres. Y me parece fascinante que, aunque estuvo tan cerca de ser borrada de la historia, hoy estemos aquí recordándola.
Yo quisiera que la gente recordara de ella el tesón. Una persona que nunca pensó en sí misma, sino que pensó en los demás. Esto es Lost Women of Science.
Mujeres desconocidas de la ciencia. Soy Laura Gómez. Hemos llegado al capítulo final de nuestra serie especial de cinco partes sobre la extraordinaria trayectoria de la doctora Andrea Evangelina Rodríguez Peroso. Salió de las calles de San Pedro de Macorís para convertirse en la primera mujer dominicana en licenciarse en medicina, formada en París en obstetricia y ginecología, y que se propuso como misión
Mejorar la atención sanitaria de mujeres y niños en la República Dominicana. En nuestro último acto de la serie, examinaremos cómo la memoria de Evangelina fue deliberadamente borrada y luego rescatada, y el legado que dejó. Este es el episodio 5, Siguiendo los pasos de Evangelina. Evangelina Rodríguez murió en 1947 a los 68 años.
Durante sus últimos años fue una mujer destrozada, pero antes había traído enorme bienestar a su país. Había abierto una clínica de maternidad en San Pedro de Macorís, atendió gratuitamente a enfermos de tuberculosis y lepra, promovió prácticas de nutrición e higiene que salvaron vidas, distribuyó leche pasteurizada a familias pobres y defendió la idea de la anticoncepción y la salud sexual. Pero tras su muerte,
estuvo a punto de desaparecer sin dejar rastro alguno. Y no fue un accidente. Evangelina era demasiado radical para el gobierno autoritario de Rafael Leonidas Trujillo, que había intentado borrarla desde al menos una década antes de su muerte. El régimen le prohibió asistir a una importante conferencia médica, borró su nombre del Registro Nacional de Médicos y asustó a los pacientes para que no acudieran a su consulta.
Su captura y tortura por los hombres de Trujillo fue la gota que colmó el vaso, despojándola de lo último de su espíritu. Cuando murió, la evangelina que la mayoría de la gente conocía ya había desaparecido. Su muerte apenas suscitó comentarios. Aquí está Mercedes Fernández, de quien ya hemos oído hablar en episodios anteriores.
Nadie publicó que había muerto. La única persona que se atrevió a publicar una nota fue Francisco Komarazami, corresponsal de la opinión en San Pedro de Macorís, y la nota que él publicó apareció en el periódico una semana después del fallecimiento de Evangelina. ¿Por qué? Porque estaba prohibido hablar de Evangelina.
Y así fue como la primera mujer dominicana que se licenció en medicina, la doctora que se había dedicado a los demás y había salvado tantas vidas, murió casi en el anonimato. Mientras tanto, Trujillo, erigiéndose en el gran benefactor de la nación, amplió su programa de leche gratuita e invirtió en mejores condiciones sanitarias para evitar enfermedades e infecciones.
Pero nunca reconoció el papel que ella desempeñó en la promoción de estas ideas de salud pública. Milcía de Serrera, director de un centro cultural en Higüey, el pueblo donde nació Evangelina. Muchas de sus ideas entonces las asimiló para su provecho personal políticamente, pero no le daba el mérito que llevaba. Entonces ella fue víctima de eso.
Esto formaba parte de un esfuerzo deliberado del régimen de Trujillo por borrar de la vida pública dominicana a cualquiera que no se hubiera doblegado ante el dictador, para demostrar que Trujillo, y solo Trujillo, tenía la respuesta a los problemas de su país. Y durante tres décadas, su narrativa era la única existente. Ejercía un control absoluto sobre la vida política, social y económica de la República Dominicana.
Pero como Evangelina solía decirle a su hija adoptiva Celisette, aquello no podía durar para siempre. Incluso mientras Trujillo pagaba la deuda externa y construía carreteras, aeropuertos y ciudades modernas, para muchos dominicanos pobres, la vida seguía siendo precaria. Las zonas rurales estaban desatendidas, y muchos antiguos aparceros expulsados de sus tierras comunales emigraron a barrios marginales en los alrededores de Santo Domingo.
En medio de todo esto, la salud pública se resintió. Según datos de la ONU, la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años aumentó durante la última década del mandato de Trujillo. Y luego estaba la espantosa brutalidad. El régimen de Trujillo asesinó a unas 50.000 personas. En 1937, impulsado por su arraigado odio hacia los haitianos,
Trujillo ordenó la ejecución de más de 15.000 hombres, mujeres y niños haitianos que vivían a lo largo de la frontera dominicana, en lo que se conoció como la Masacre del Perejil. Pero cuanto más intensificaba Trujillo el control sobre su país, más empezaba a resquebrajarse bajo el peso de todas las atrocidades. Y entonces, en 1961, las cosas por fin dieron un giro.
Estados Unidos, que había apoyado a Trujillo durante años a pesar de su brutalidad, empezó a temer que la creciente resistencia a su régimen pudiera desembocar en una toma del poder por los comunistas, como había ocurrido en Cuba con Fidel Castro. Y así,
Cuando el complot empezó a tomar forma para asesinar a Trujillo, la CIA prestó su apoyo. Siguieron años de agitación. En 1963, la isla eligió en unas elecciones democráticas a Juan Bosch, un presidente con interés en proteger y ayudar a la clase trabajadora. Pero siete meses después, su gobierno fue derrocado en un golpe de estado respaldado por Estados Unidos y liderado por militares que le acusaban de comunista.
En 1966, con apoyo estadounidense, Joaquín Balaguer fue elegido presidente. El legado de Evangelina permanecía enterrado, pero cuando el férreo control de la familia Trujillo cedió un poco, aquellos que la recordaban no iban a dejar que su querida doctora cayera en el olvido tan fácilmente.
Yo creo que los Petromacorizanos hicieron su trabajo para mantener vivo su legado, más que nada en realidad. Esa es la historiadora April Mays. Según ella, los más empeñados en mantener la historia de Evangelina fueron los habitantes del pueblo donde creció, vivió y trabajó la mayor parte de su vida, San Pedro de Macorís.
Allá se le menciona como historias locales que son escritas por Petromacorizanos y su historia nunca muere. Sigue siendo compartida generación tras generación. Esto había empezado con ese único obituario que se escribió una semana después de la muerte de Evangelina. Recientemente ha dejado de existir en esta ciudad, tras dolorosos días de padecimiento, la doctora Evangelina Rodríguez.
noble mujer que ejerció la medicina y la literatura con amor y comprensión humanista. El periodista que escribió el obituario, Francisco Komarasami, había sido vecino de Evangelina en San Pedro. La conocía personalmente y tenía la firme convicción de que su muerte no debía pasar desapercibida.
Una vez más, Mercedes Fernández. Dice, no, es muy importante, esta mujer la gente tiene que saber que ha muerto y por eso publica la nota describiendo el fallecimiento. Y así es como, a pesar de todas las probabilidades, la memoria de Evangelina apenas sobrevivió el paso del tiempo. April Mays nuevamente.
Creo que es un testamento increíble. Es como un gran jodanse de parte de San Pedro de Macorís también, como diciendo somos nuestra propia gente y tú sabes, vamos a elevar a los nuestros. En realidad no nos importa lo que hagan en Santo Domingo ni quién esté al mando allí. Y yo creo que eso es increíble.
Poco a poco, tras la muerte de Trujillo, el reconocimiento de Evangelina comenzó a extenderse más allá de los pequeños círculos de San Pedro de Macorís. No fue en vano que este momento de los años 60 coincidiera también con un cambio global de actitud hacia lo que antes se consideraba uno de los esfuerzos más controversiales de Evangelina, la planificación familiar.
En 1960, se legalizó en Estados Unidos la píldora anticonceptiva, y varios países siguieron su ejemplo. En 1966, se fundó en la República Dominicana Profamilia, una organización sin fines de lucro dedicada a la planificación familiar, que creó una red de clínicas gratuitas por todo el país. Y de hecho…
Una de las dos primeras clínicas que fundaron en 1968 en torno a la planificación familiar se llama Clínica Evangelina Rodríguez Peroso, así que llamaron a su primera clínica en su honor. Es la historiadora Elizabeth Manley, de quien ya hemos oído hablar en episodios anteriores.
Explica que en la década de 1960, los grupos feministas dominicanos, liberados de la censura del gobierno de Trujillo, empezaron a reivindicar los nombres de mujeres como Evangelina, que habían sido las primeras defensoras de la autonomía de la mujer.
Creo que en gran parte las mujeres en los años 60, en el periodo posterior a Trujillo, estaban realmente interesadas en mirar a las mujeres que proporcionaban otro modelo. Y el de ella era grandioso, ¿cierto? Porque no solo representaba ese tipo de resistencia, sino que también fue una pionera en salud reproductiva. Claudia Scharf, pediatra dominicana y profesora de medicina.
Después de la muerte de Trujillo, empieza a reconocerse el valor y todo lo que ella fue dejando como legado, que fueron todas estas prácticas innovadoras, todas esas estrategias de salud que hoy pudiéramos decir que son estrategias de salud pública. Y pues a partir de la década de los 60, ¿verdad?, en adelante, es que quizá empieza a hacerse un reconocimiento de todo su trabajo. En 1980, 33 años después de su muerte,
Un médico de San Pedro de Macorís llamado Antonio Zaglul publicó una primera biografía sobre Evangelina, que había sido su médica de cabecera cuando él era un niño, y de adulto pasó años investigando todo lo que pudo encontrar sobre ella. Otra vez, Mercedes Fernández. La difusión de la biografía de Evangelina, creo que eso ha ayudado, en mi opinión, a que el gran público la conozca.
Tras la publicación de la biografía de Zaglul, poco a poco fueron apareciendo por todo el país monumentos en honor a Evangelina. En 1985, el gobierno emitió un sello postal conmemorativo con su imagen. En 2014, una calle de la capital fue bautizada con su nombre. Y, más recientemente, la maternidad pública de la ciudad pasó a llamarse Hospital Materno Evangelina Rodríguez. Han tenido que pasar décadas.
Pero la historia de Evangelina empieza a tener cierto reconocimiento. Sin embargo, yo personalmente nunca había oído hablar de ella antes de empezar a trabajar en este podcast. Y sé que muchas otras personas de República Dominicana tampoco. Nunca me hablaron de Evangelina en la escuela, lo cual me entristece. Pero encontrarla de esta manera ha significado mucho para mí.
Me siento muy conectada con esta mujer que tanto luchó por nuestro pueblo y el bienestar de la mujer dominicana. Así que decidí que era hora de rendirle un homenaje como es debido, de seguir sus pasos. Eso después de la pausa.
Marguerite Hilferding básicamente creó el campo de psicoanalisis que Freud y Jung acreditaron en sus papeles, pero nadie la ha escuchado. La doctora Charlotte Friend descubrió el virus de la leukaemia de la friend, demostrando que los virus podrían ser la causa de algunos tipos de cáncer. Yvette Koshwa descubrió el elemento de la astatina y debería haber ganado el premio Nobel por eso.
En una soleada mañana de diciembre, conduje hasta el campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en la ciudad donde crecí.
Quería ver el busto de Evangelina, erigido frente a la misma facultad de medicina en la que estudió. Como parte de este viaje para rendir homenaje a Evangelina, me encontré con la actriz dominicana Alejandra Alemani, que interpretó a Evangelina en una producción teatral hace 13 años. Pensé que Alejandra podría entender lo que he estado sintiendo. Las dos pasamos meses habitando el mundo de Evangelina, recorriendo sus luchas y sus triunfos.
Y allí, de pie junto a su estatua, como mujeres dominicanas modernas que hemos estado profundamente inmersas en la historia de Evangelina, nos invadieron sentimientos encontrados. Me da un poco de tristeza saber que no se le da el reconocimiento que ella merece, porque no se hacen más libros, porque no se hacen películas, porque no se hacen... Yo pienso lo mismo.
En la República Dominicana hay, por ejemplo, tres hermanas llamadas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, heroínas que resistieron célebremente a Trujillo en los últimos años de su mandato y que, con justa razón, todo el mundo conoce. La valentía de Evangelina estuvo a la altura de las Mirabal y su historia debería ser igual de conocida. Y cuando uno analiza héroes como ella y dice, wow, pero...
tuvieron que vivir una vida tan difícil y luego uno dice, bueno, quizás la misión de vida de ella era esa para poder tener todo lo que tenemos hoy en día, pero si no es recordada, eso me da dolor y tristeza. Pero al mismo tiempo, como mujeres, también sentimos un fuerte sentimiento de parentesco con Evangelina y la responsabilidad de continuar su lucha.
Yo lo siento como una conexión visceral a su fortaleza. Hemos recorrido un largo camino desde la época de Evangelina, y muchas de las ideas que defendía son parte de la conversación en la sociedad actual. Pero al mirar a la República Dominicana de hoy, no puedo dejar de pensar en cómo su misión de vida sigue vigente.
La salud de la mujer en mi país sigue estando por detrás de la de muchos otros países latinoamericanos. La tasa de embarazo adolescente también es muy alta. Y no hay acceso al aborto legal, ni siquiera en los casos en que el feto no es viable o la vida de la mujer corre peligro. Me parece una locura que, aunque Evangelina y yo hayamos nacido en generaciones tan distantes, muchas de las cosas por las que luchaba
el acceso de las mujeres a atención sanitaria, nuestro derecho básico a la autonomía de nuestro propio cuerpo.
sigan siendo tan pertinentes y urgentes hoy en día. Que estamos tan conectadas a pesar de la lejanía en cuanto al tiempo en que existimos históricamente. Es muy loco eso. Exactamente. Que todavía hoy en día estemos como dominicanas, como mujeres, luchando por lo que no corresponde como mujeres. Por derechos básicos. Exacto. Es duro y difícil decirlo, pero es la realidad.
Y pensar en Evangelina, en su trayectoria, en su coraje, en el difícil camino que le tocó recorrer, nos anima a seguir luchando. Se toma mucho cuando uno quiere lograr algo así. Y yo siento que la clave está en no rendirse y no decir, es imposible, ya no se puede lograr. Trato de imaginar lo que Evangelina pensaría de nuestro país hoy día.
de la situación en la que nos encontramos, no solo en la República Dominicana, sino en muchos otros lugares que siguen abogando por la salud y los derechos reproductivos de las mujeres. Tal vez todavía estaría activa a nuestro lado, pero imagino que también se sentiría orgullosa viendo a todas las nuevas médicas en formación siguiendo sus pasos aquí mismo, en este campus, con más mujeres que hombres en los salones de clase.
Claudia Scharf, que enseña en una facultad de medicina de Santo Domingo, ofrece esta perspectiva. La verdad es que la doctora Evangelina Rodríguez, si volvieran a ser, no podría creer lo que sucede en la actualidad. Porque en la actualidad te diría que alrededor del 70-75% de la matrícula estudiantil de medicina son mujeres. Entonces, pienso que de alguna manera ella se puede sentir satisfecha porque algún primer paso había que dar y lo dio ella en su época.
Como dominicana, estoy muy agradecida por todo lo que Evangelina hizo por nosotras. Una mujer negra, proveniente de extrema pobreza, que desafió las limitaciones de su entorno y de la época, convirtiéndose en la primera médica dominicana y ayudando a forjar un mejor futuro para su país. Cuando Alejandra y yo salimos del campus, pasamos junto a otro pequeño homenaje a Evangelina, un mural fuera del edificio de la Facultad de Medicina.
muestra a varios ilustres médicos dominicanos, algunos en modo de retrato, otros en acción, realizando una operación, mirando una radiografía, escuchando el corazón de un paciente. La mayoría son hombres, pero justo en el centro del mural, entre las figuras masculinas que la rodean, se encuentra una cara familiar, Evangelina, allí arriba, sola, la única mujer médico.
velando por las muchas otras mujeres que siguen sus pasos. Este episodio de Lost Women of Science, Mujeres Desconocidas de la Ciencia, ha sido producido por Lorena Galiot, con la ayuda de nuestra productora asociada Natalia Sánchez Loaiza. Samia Bousid es nuestra productora senior y Deborah Unger, nuestra gerente de producción.
David DeLuca fue nuestro ingeniero y diseñador de sonido. Registro de campo o mermora a costa. Lizzy Yunnan compuso toda nuestra música. Desiree Yepes nos ayudó a verificar los hechos. Nuestras coproductoras ejecutivas son Amy Scharf y Katie Hafner. Gracias a Eowyn Berner, nuestra directora de programa, y a Jeff DelVisio de Scientific American, nuestro socio editorial. Nuestra becaria es Kimberly Mendez.
Lost Women of Science está financiado en parte por la Fundación Alfred P. Sloan y la Fundación Ann Wachiski. Nos distribuye PRX. Para ver las notas y la transcripción del episodio, visita lostwomenofscience.org, donde también puedes apoyar nuestro trabajo pulsando el botón de donaciones. Yo soy Laura Gómez. Gracias por escuchar y hasta la próxima.
Hola, soy Katie Hafner, productora co-executiva de Lost Women of Science. Necesitamos tu ayuda. Tratar toda la información que hace que nuestras historias sean tan ricas, engañadoras y originales no es una cosa fácil. Imagina que estás confrontado con cajas llenas de cientos de letras en el escrito que es difícil de leer o tratando de unir la vida de alguien con solo su nombre. Tus donaciones hacen que esto sea posible.
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