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La marina de esta ciudad portuaria al sureste de la República Dominicana rebosa de actividad. Los pescadores regresan a casa tras vender su pesca matutina, mientras los trabajadores portuarios suben pesados sacos de azúcar de caña sobre cargueros bajo un sol abrasador. A su lado, viajeros adinerados acompañados de sus asistentes hacen fila para subir a bordo de un barco de pasajeros con destino a la ciudad de Nueva York.
En medio de todo esto, una mujer afro dominicana de 42 años espera tranquilamente su turno para embarcar. Poca gente se fija en ella. Menos aún podrían adivinar que es la doctora Evangelina Rodríguez Peroso, la primera mujer dominicana en licenciarse en medicina. Realmente lo que hizo fue memorable para la época, ¿no? El hecho de que
de que fuera una mujer con un background pobre y que hubiera sido capaz de llegar a París y que hubiera sido capaz de estudiar medicina y de practicar como doctora. Ahora, sin más equipaje que una pequeña y maltrecha maleta con algunas mudas de ropa, se embarca en un viaje de varias semanas que la llevará al norte, a Nueva York, y cruzará el Atlántico hasta París, Francia.
Esto es Lost Women of Science, Mujeres Desconocidas de la Ciencia. Yo soy Laura Gómez. Este es el segundo episodio de nuestra serie de cinco partes sobre la vida de Evangelina Rodríguez Peroso, la primera mujer médico de la República Dominicana.
Para saber cómo Evangelina, una chica pobre nacida fuera del matrimonio, pasó de vender caramelos en las calles de San Pedro de Macorís a graduarse en medicina, vuelve a escuchar el episodio 1. Hoy, nuestra historia cruza continentes cuando Evangelina se adentra en un mundo completamente nuevo. Episodio 2. Una dominicana en París.
El sueño de Evangelina de ir a París nació más de una década antes de que pisara el barco de vapor en San Pedro de Macorís. Y nació de una tragedia. En 1907, a mitad de sus estudios de medicina, su querida maestra y mentora, Anacaona Moscoso, murió tras el nacimiento de su tercer hijo. Era un embarazo que su médico le había advertido que podría matarla. Pero ella no tenía el poder para no quedarse embarazada nuevamente.
Y su muerte dejó a Evangelina completamente desolada. Es como más una mamá, ¿no? La mamá que ella nunca tuvo. Y ver morir a la mamá o a la persona que realmente la ayudó a seguir siempre adelante, la persona que siempre le dijo, tú puedes, tú puedes, tú puedes, tuvo que ser muy duro para ella, ¿no?
Esa es Mercedes Fernández, de quien oímos hablar en el primer episodio. Escribió su tesis doctoral sobre Evangelina. Entonces yo creo que eso fue lo que la convenció a decir, hay que ayudar a las mujeres, tiene que haber una manera de que las mujeres tengan niños y no tengan que morirse. Mercedes cree que la muerte de Anacaona afectó tan profundamente a Evangelina que se decidió a hacer algo.
Era demasiado tarde para Ana Kaona, pero su caso no fue una excepción. Muchas mujeres perdieron la vida dando a luz en aquella época. El problema era que la escuela de medicina de Evangelina no la había preparado para hacer mucho al respecto. En esa escuela, la única escuela de medicina de Santo Domingo, no había instalaciones de formación actualizadas, ni sala de disección, ni laboratorio químico, ni departamento de patología, ni cursos de bacteriología.
Así que, incluso después de haber superado todas las adversidades para llegar a esa escuela y convertirse en médico, Evangelina decidió que tenía que seguir formándose. Y en aquella época, el lugar número uno al que iban los médicos para especializarse y estudiar técnicas médicas avanzadas era París. Pero llegar a París y ni hablar de vivir y estudiar allí era increíblemente costoso.
Evangelina sabía que reunir dinero para el viaje tomaría tiempo. Así que, después de graduarse en la segunda década del siglo XX, mantuvo los dos trabajos que había tenido durante sus estudios. De día, era directora de la escuela fundada por Anacaona y, por las tardes, daba clases en una escuela para empleadas domésticas. Además,
Quería empezar a ejercer en su ciudad, San Pedro de Macorís. Pensó que al menos podría tratar a algunos pacientes mientras reunía el dinero para su viaje tras Atlántico. Inicia su ejercicio tímidamente porque ella tomaba tan en serio lo que hacía, le tenía tanto respeto a la profesión, que ella sentía que aún no tenía tiempo.
todo el conocimiento ni se encontraba del todo preparada para ejercer la medicina.
Esa es Claudia Scharf, pediatra y profesora de medicina en la República Dominicana. Dice que, por desgracia, cuando Evangelina intentó empezar a ejercer, se encontró con que mucha gente de San Pedro no estaba dispuesta a verla. Las personas que tenían un nivel socioeconómico mediano o alto las rechazaban porque entendían cómo era posible que ella fuera médico siendo mujer.
Así que Evangelina dejó su trabajo en la escuela nocturna y se trasladó a un lugar donde sabía que la gente la necesitaba, un pueblo rural a las afueras de San Pedro de Macorís llamado Ramón Santana.
Aquí está Mercedes Fernández. En las cartas, cuando ella habla de Ramón Santana, ella explica el hecho de que casi no tienen carreteras, de que está mal comunicado, de que faltan muchas cosas. Entonces entiendo que es un lugar donde no hay recursos.
El pueblo estaba rodeado de campos de caña de azúcar, y la mayoría de la gente que vivía allí sobrevivía del cultivo y la venta de la caña.
Según Claudia Scharf, los habitantes de estas comunidades no podían ser demasiado exigentes con el tipo de médico que veían. Las personas que trabajaban en los batelles, que cortaban caña de azúcar, esos braceros, que eran personas que, como muchas veces se dice, no tenían dolientes y no tenían muchos recursos para ir a consultas de médicos de prestigio,
Fue con ellos, con quienes ella empezó a ejercer. Evangelina instaló su consulta en una pequeña casa junto al tocón de un gran roble. Como en la zona no había farmacias, abrió una junto a su consulta y la abasteció de medicamentos básicos.
Pero parece que Evangelina tenía un corazón demasiado grande para ser una hábil mujer de negocios. Con esta idea que ella tiene siempre de querer ayudar, este dispensario de medicinas nunca funciona porque no es rentable, porque ella regala todo. Mercedes Fernández nuevamente. No tiene una noción de lo que es la economía básica. Tú si regalas algo...
Después, ¿cómo vas a pagar lo que has comprado? O sea, no se puede, ¿entiendes? Creo que era debido a que ella estaba desarrollando este compromiso con la sanidad pública y reconociendo las preocupaciones de quienes no podían pagar. Y fue la combinación más o menos de sus principios y el hecho de que no había muchos recursos para pagarle.
Esa es Elizabeth Manley. Es profesora de historia del Caribe en la Universidad Xavier de Louisiana. Explica que los esfuerzos de Evangelina estaban cambiando la vida de la gente, aunque solo fuese en su pequeño rincón del mundo. Y esos esfuerzos iban más allá del tratamiento de los pacientes.
organizó servicios de saneamiento en el pueblo y animó a los residentes a barrer delante de sus casas. Hizo lo que pudo para compensar la ausencia de servicios públicos. En aquella época, la República Dominicana sufría inestabilidad política y económica. Había atravesado una serie de golpes de Estado desde principio de siglo y el país estaba muy endeudado.
Estados Unidos había intentado mediar para proteger sus intereses comerciales en la producción de azúcar, pero los disturbios continuaban. Los sucesivos regímenes tenían poca capacidad para invertir en sanidad pública y rural. Por el momento, Evangelina se instaló en su nueva y tranquila vida, alejada de la mayor parte de esta agitación. Pero en el mundo se avecinaban más problemas.
y su país estaba a punto de verse envuelto en ellos. En 1914 estalló en Europa la Primera Guerra Mundial, que enfrentó a Alemania con Francia, el Reino Unido, Rusia y sus aliados. Aún no era la Guerra Mundial, y al principio los peligros parecían estar a un mundo de distancia.
Pero un par de años más tarde, cuando Estados Unidos empezó a planear entrar en la guerra del lado de Francia y Gran Bretaña, la inestabilidad política en la República Dominicana se convirtió en una preocupación real. A Estados Unidos le preocupaba que Alemania intentara utilizar la República Dominicana como base militar. Así que, en 1916, tomaron la drástica medida de invadir la isla alegando intereses de seguridad nacional.
Pero también tenían otros motivos. Una de las medidas más importantes que los soldados de la Marina de Estados Unidos instigaron durante la ocupación fue la privatización de la tierra.
Esa es Robin Derby, profesora de Historia Caribeña y Latinoamericana Moderna en UCLA. Esta es una época cuando había importantes intereses agroindustriales que querían expandirse en el azúcar, y esa zona se convierte en un lugar donde una gran cantidad de empresas azucareras querían establecer plantaciones. Esa zona eran las provincias orientales, concretamente los alrededores de Ramón Santana, donde vivía Evangelina.
Y las ambiciones de las empresas agroindustriales estadounidenses tenían enormes ramificaciones para la gente de su comunidad. No existía la propiedad privada de la República Dominicana antes de que los soldados de la Marina de los Estados Unidos intentaran privatizar la tierra.
La gente tenía lo que llamaban terrenos comuneros. Básicamente, la tierra se poseía por acciones, colectivamente, entre grandes clanes extendidos, personas que en el transcurso de generaciones se habían visto como teniendo usufructo, como teniendo derechos de ocupantes ilegales, y estoy segura de que fue un proceso violento para desalojarlos. Y el hombre que encabeza este violento proceso se llama Rafael Leonidas Trujillo.
El mismo Rafael Trujillo, que más tarde se haría con el control de la República Dominicana y gobernaría como dictador durante más de tres décadas. Pero en los años 20 era un joven oficial en ascenso de la recién creada Guardia Nacional Dominicana, con base en las provincias del Este y bajo el control de los Estados Unidos.
Rafael Trujillo realmente alcanza la madurez y llega a su momento siendo entrenado por marines estadounidenses en la policía y en la Guardia Nacional Dominicana y eso transforma su vida. Esa es April Mays, decana asociada del Pomona College de California y profesora de historia afro-latinoamericana a quien escuchamos en el episodio 1.
Y aquí está Robin Derby. Una de las grandes estrategias fue congraciarse con los Estados Unidos. Ascendió a través de los soldados de la Marina, a quienes él caía bastante bien, en parte porque aprendió a presentar su perfil como el de un hombre de acción muy eficaz. April Mays.
Se mostró muy dispuesto a aplicar castigos crueles e inusuales, tú sabes, y también a perseguir a los campesinos que se rebelaban contra la ocupación militar estadounidense. Hay pocos registros reales que documenten las acciones de Trujillo en Ramón Santana en esta época.
Ni siquiera se sabe con certeza cómo fueron desalojadas las personas que ocupaban las tierras compradas por las corporaciones azucareras estadounidenses. Pero una historia oral, recogida por uno de los biógrafos de Evangelina, describe a Trujillo y sus hombres como, cito, «simplemente matando gente, familias enteras, para tomar sus tierras».
Para Elizabeth Manley, esto no es ninguna sorpresa. No me cabe la menor duda de que ese hombre fue despiadado desde el primer salto. Tan pronto decidió cuáles eran sus aspiraciones y cuáles las necesidades de los intereses azucareros de Estados Unidos, no me cabe la menor duda de que habría sido la mano derecha de alguien en cuanto a la protección de esos intereses.
Según su biógrafo Antonio Zaglul, Evangelina fue testigo de algunas de estas atrocidades y quedó horrorizada. No es de extrañar que, a partir de ese momento, sintiera una profunda animadversión hacia su futuro gobernante. Una animadversión que más tarde le costaría muy cara. Pero por el momento, mientras el conflicto hacía estragos a su alrededor,
Evangelina seguía trabajando en su objetivo anterior, ahorrar dinero para ir a estudiar medicina a París. Al final, Evangelina tardó una década en reunir los fondos. Como su consulta médica no le aportaba mucho, intentó diversificar sus actividades.
Primero escribió un libro titulado Granos de Polen, en parte tratado sociológico, en parte panfleto de consejos para mujeres. Fue publicado en 1915 y respaldado por muchos de los amigos intelectuales de Evangelina. Pero lo que quizá no tuvo en cuenta fue que la mayoría de los dominicanos eran analfabetos en aquella época. Y no ayudó que Granos de Polen no fuera la lectura más fácil.
Así que, como era de esperar, a pesar de todos los elogios que recibió… El libro no tiene el éxito que ella pensaba que iba a tener porque es una obra un poquito complicada de leer. Mercedes Fernández. Por tanto, esta idea pijotesca que tiene ella, ¿no?, de publicar un libro y conseguir dinero, no lo logra, ¿no?
Cuando el libro fracasó, Evangelina se dedicó a hablar en público. Así lo cuenta un artículo publicado en 1918 en el Listín Diario. Evangelina anda ahora predicando evangelio de amor, de trabajo, de ideales, de paz, de civismo, por ciudades y aldeas en el interior de la isla, todo ello con el fin de reunir los medios necesarios para su traslado al seno de los centros científicos más avanzados.
Mientras tanto, también recurrió a pedir donativos a amigos y benefactores, siendo el viudo de su mentora, Ana Caona, el que más donativos hizo. Pero el fondo de viaje de Evangelina aún no era suficiente para llevarla a París. Por fin, casi 10 años después de licenciarse en medicina, Evangelina consiguió una gran oportunidad. Aquí está April Mays.
El hecho de que estaba conectada con Anacaona y luego también el legado continuo de su conexión con los hermanos del IGNE, ella todavía permanecía en una especie de órbita de estos grupos culturales e intelectuales en San Pedro. Y cuando ella preguntó, ¿me enviarán a París a estudiar medicina? El ayuntamiento dijo, sí, haremos lo que sea necesario. Y eso fue lo que pasó.
Dotada de una beca del Ayuntamiento de San Pedro de Macorís, Evangelina estaba por fin preparada para abordar el siguiente capítulo de su vida. Y así fue como en 1921, a la edad de 42 años, la doctora Evangelina Rodríguez subió a ese barco de vapor para emprender la primera parte de su viaje a París. Lo que pasó después, tras la pausa.
Marguerite Hilferding básicamente creó el campo de psicoanalisis que Freud y Jung acreditaron en sus papeles, pero nadie lo ha escuchado. La doctora Charlotte Friend descubrió el virus de la leukaemia de la friend, demostrando que los virus podrían ser la causa de algunos tipos de cánceres. Yvette Koshwa descubrió el elemento de la astatina y debería haber ganado el premio Nobel por eso.
Cuando Evangelina pisó París por primera vez en 1921, entró en un torbellino.
Apenas habían transcurrido tres años desde la victoria de los aliados sobre Alemania en la Primera Guerra Mundial, y París entraba en un período conocido como "les années folles", los años locos. La economía estaba en auge, y el ambiente cultural y la vida nocturna atraían a escritores y artistas de todo el mundo, como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Ernest Hemingway y James Joyce.
Artistas como Josephine Baker amenizaban cafés y cabarés, inspirando a las mujeres a llevar el pelo corto y a cambiar los corsés y las faldas largas por vestidos flapper hasta la rodilla. La libertad estaba a la orden del día, al igual que un cierto libertinaje. Pero según su biógrafo, Antonio Zaglul, Evangelina no era de las que se dejaban llevar por el incesante ambiente festivo de los locos años 20.
estaba en París para estudiar. Aquí está Mercedes Fernández. Está asistiendo a esta clase y está yendo a hacer prácticas a diferentes hospitales y a diferentes clínicas. Por lo que sabemos, tomó cursos con un famoso pediatra francés llamado Pierre Nocourt, cuyo trabajo se centraba en la higiene y la nutrición infantil. También se formó en obstetricia y ginecología en dos hospitales parisinos.
Uno de ellos, la Baudeloc Maternité, se había ganado una excelente reputación por tener las tasas de mortalidad infantil más bajas del país. Su director anterior, un médico francés llamado Adolphe Pinard, fue un pionero de la atención perinatal moderna. Pinard inventó dispositivos como el estetoscopio fetal, que permitía a los médicos escuchar los latidos del corazón del bebé.
y estableció la práctica de exámenes prenatales y postnatales rutinarios para controlar la salud de las futuras madres y los recién nacidos. El contraste no podía ser más marcado con la República Dominicana, donde una mujer embarazada podría no ver nunca a un médico hasta el momento de dar a luz. Evangelina lo asimiló todo con entusiasmo.
Y al mismo tiempo, aunque se centraba en su especialización, también adquiría una visión amplia del mundo que la rodeaba. Mercedes Fernández. Y está viendo la diferencia de infraestructura entre un país y otro. Una cosa era imposible no notar. Las familias en Francia se veían realmente diferentes de las familias con las que Evangelina había crecido.
Por un lado, tenían menos hijos, unos dos por familia como promedio frente a cinco o más en la República Dominicana. Pero los niños que tenían estaban mejor atendidos, en parte gracias a la ayuda del gobierno. Por ejemplo, un programa de salud pública llamada la "gutte de le" o "gota de leche" distribuía gratuitamente leche de vaca a los lactantes y a sus madres.
Las normas sociales también ayudaban a promover una mejor higiene. Esta idea de que el sol es terapéutico, de que el ejercicio físico es necesario y también esta idea de la profilaxis, de la necesidad de bañarse y de tener una higiene para no tener que enfermarse, para mantener la salud. Y todas estas cosas ya las va a ver en Francia
Pero Evangelina no solo se marchó de París con un nuevo conocimiento de la salud pública o unas aptitudes médicas más agudas.
Aquí está Elizabeth Manley. Parece bastante claro que también se radicalizó en términos de su comprensión del mundo, del feminismo, del papel de la salud pública, del papel de la educación sexual, porque si nos fijamos en lo que escribió en Granos de Polen, que era un tratado bastante conservador, su visión del mundo cambia mientras está allí.
Antes de que Evangelina se marchara a Francia, la República Dominicana había experimentado un aumento en la prostitución tras la llegada de los soldados de la Marina Estadounidense. Y eso había provocado la propagación de enfermedades venéreas como la sífilis. Mercedes Fernández nuevamente. Ella está muy preocupada porque todas estas mujeres que son prostitutas no se están cuidando.
Y al no cuidarse, se están enfermando y están propagando estas enfermedades venéreas a diferentes individuos en la sociedad. Y en su libro Granos de Polen, Evangelina culpaba de ello a las trabajadoras sexuales. Ella ataca a las prostitutas y las ve como un peligro social, las ve como un elemento negativo, las ve como algo que hay que erradicar. Cuando regresa de Francia ya no es así.
París la había cambiado. Ella ve que las prostitutas son seres humanos que forman parte de la sociedad y que como tal son personas que quizá no han tenido otra elección en la vida. No sabemos exactamente qué vio o experimentó Evangeline en París que le hizo cambiar de opinión. Es posible que presenciara la forma tan distinta que tenía Francia de tratar la prostitución.
Los burdeles estaban estrictamente regulados y las trabajadoras sexuales se sometían a exámenes médicos obligatorios. Mientras tanto, los clientes masculinos recibían información sobre las ventajas de utilizar preservativos para limitar la propagación de enfermedades.
El ejército francés llegó incluso a suministrar preservativos a los soldados durante la Primera Guerra Mundial y publicó un manual en el que se detallaban las mejores prácticas de higiene. Fuera cual fuera el motivo, la mente de Evangelina nadaba con nuevas ideas. Ya no consideraba la asistencia sanitaria como algo que ocurría detrás de la puerta de un médico.
la veía como algo que se entretejía en la sociedad, en los hogares y las escuelas, en las infraestructuras y, sí, incluso en los burdeles. Y no tuvo que esperar a volver a casa para empezar a difundir allí algunas de estas ideas. Porque en 1922 se lanzó en la República Dominicana una publicación radicalmente nueva llamada Fémina. Mercedes Fernández
Femina fue una revista muy, muy importante porque se convierte en una tribuna donde se discuten muchos temas relacionados con la mujer dominicana de la época donde se recibe correspondencia de toda Latinoamérica. La fundadora y redactora jefe de Femina era una mujer llamada Petronila Gómez, antigua profesora normalista como Evangelina.
Las dos habían dado clases en la misma escuela nocturna para trabajadoras domésticas años atrás. Y resultó que Petronila y Evangelina tenían mucho en común. Elizabeth Manley. Ambas provenían de familias de bajo nivel económico. No se esperaba que hicieran mucho con sus vidas. Y las dos eran afrodominicanas también. Ambas como que destacaban en ese sentido de tener educación.
Así que creo que habrían encontrado afinidad la una en la otra. Petronila invitó a Evangelina a escribir despachos desde París para Fémina. Solo se conserva un puñado de ellos. Y, para ser sinceros, Evangelina no era exactamente la mejor escritora. Mercedes Fernández. Tengo que decir que la escritura en Evangelina Rodríguez del Estilo nunca fue lo suyo. Creo que ella era una mujer de ciencias.
Pero en sus despachos, Evangelina describió con entusiasmo el avanzado planteamiento de la ciudad en materia de salud pública. Destacó programas como Gota de Leche, así como otro programa de salud pública que enviaba a los niños pobres de la ciudad a visitar el campo en busca de aire fresco y sol. Por lo que se desprende de estos despachos, Evangelina asimiló muchas cosas durante su estancia en París.
Pero es difícil imaginar el día a día de esta mujer afro dominicana de mediana edad, paseando por las mismas calles de París que Picasso, James Joyce y Gertrude Stein. No tenemos tantos detalles. Sí sabemos que, a pesar de todo lo que estaba aprendiendo, no era la época más fácil para ella.
Al leer entre líneas sus entusiastas descripciones de París, Mercedes también percibió una tristeza y una soledad en los escritos de Evangelina. Ella describe, está describiendo una imagen donde ve un pajarito al cual le da el sol, ¿no? Y entonces ella tiene un momento de admitir, sí, me falta el sol, sí, me siento sola, sí, o sea...
Quizás esta confesión novelada lo que te está queriendo decir es que ese tiempo en Francia fue un tiempo de aprendizaje, pero al mismo tiempo tuvo que ser un tiempo muy solitario. Aún así, permaneció allí casi cuatro años. En 1925 decidió regresar a su país para aportar sus nuevos conocimientos.
La ocupación estadounidense de la isla había terminado apenas un año antes, y la República Dominicana tenía un nuevo presidente, Horacio Vázquez, que prometía inaugurar una nueva era de paz y democracia. De vuelta en República Dominicana, mucha gente parecía deseosa de que Evangelina trajera sus nuevos conocimientos y habilidades de vuelta a casa. El Ayuntamiento de San Pedro de Macorís incluso ayudó a financiar su viaje de vuelta.
Y nadie celebró más la noticia de su regreso que su amiga Petronila Gómez. Petronila celebra siempre y cuando ella anuncia que va a regresar a República Dominicana, enseguida la primera que lo anuncia, o sea, la primera que lo escribe en mayúsculas,
Petroni Langelica Gómez y la saluda como la mujer de ciencia. Va a regresar. Entonces está realmente mostrando una admiración por Evangelina notable. En 1925, Evangelina subió de nuevo a un barco de vapor para emprender el viaje trasatlántico de vuelta a casa a su añorado sol caribeño. Llevaba la misma maleta maltrecha con su ropa.
Pero esta vez, también traía tres baúles llenos de libros. Y a juzgar por el artículo de opinión de Petronila en Fémina, tenía motivos para esperar una calurosa acogida a su regreso. Se trataba de una doctora altamente cualificada, decidida a aportar sus nuevos conocimientos para mejorar la salud y el bienestar en su país de origen y especialmente para ayudar a las mujeres. De hecho, le esperaba un duro despertar.
Eso será la semana que viene. Este episodio de Lost Women of Science, Mujeres Desconocidas de la Ciencia, ha sido producido por Lorena Galiot, con la ayuda de nuestra productora asociada Natalia Sánchez Loaiza. Samia Bousid es nuestra productora senior y Deborah Unger, nuestra gerente de producción.
David DeLuca fue nuestro ingeniero y diseñador de sonido. Lizzie Yunnan compuso toda nuestra música. Desiree Yepes nos ayudó a verificar los hechos. Nuestras coproductoras ejecutivas son Amy Scharf y Katie Hafner. Gracias a Eowyn Berner, nuestra directora de programa, y a Jeff DelVizio de Scientific American, nuestro socio editorial. Nuestra becaria es Kimberly Mendez.
Lost Women of Science está financiado en parte por la Fundación Alfred P. Sloan y la Fundación Ann Wachiski. Nos distribuye PRX. Para ver las notas y la transcripción del episodio, visita lostwomenofscience.org, donde también puedes apoyar nuestro trabajo pulsando el botón de donaciones. Yo soy Laura Gómez. Gracias por escuchar y hasta la próxima.
Hola, soy Katie Hafner, productora co-executiva de Lost Women of Science. Necesitamos tu ayuda. Tratar toda la información que hace que nuestras historias sean tan ricas, engañadoras y originales no es una cosa fácil. Imagina que estás confrontado con cajas llenas de cientos de letras en la escritura que es difícil de leer o tratando de unir la vida de alguien con solo su nombre. Tus donaciones hacen que esto sea posible.
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